miércoles, 19 de febrero de 2020

HOGAR, DULCE HOGAR



Como navajas afiladas
de las que usan en Albacete
pero esta vez incorpóreas
cubren mi cuerpo de alambre.

Cosido a traicioneros navajazos
una fría mañana me acosté
sin saber donde ni con quién
con el sudor de la muerte en brazos.

No se cuanto tiempo pasó
pero todo me parecía irreal
hasta mi cuerpo, ya no tenia enfermedad
y la gente creía fervientemente en Dios.

Las heridas dejaron de sangrarme
las palabras ya no retumbaban en mi
los recuerdos eran una sábana blanca
las paredes del cementerio eran mi hogar.

Nadie derramó una triste lágrima
al revés, hubo fiesta y lapidación
ya que no importa tu comportamiento
si no, el número de ceros de tu testamento.

                                                             AMA




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