Con la puerta siempre entreabierta
Viendo la poca gente que pasa
Haciendo ganchillo con sus torpes manos
Y su cabeza llena de recuerdos del pasado.
Su vestido de lunares descoloridos
El caserón en total y absoluto silencio
La luz brilla por su ausencia en la estancia
De vez en cuando, se oyen pasos, pero ni mira.
Lleva setenta años atada esperando
El sonido de unas botas por la acera
Porque fue el último recuerdo de su marido
Sus hijos marcharon todos a la diáspora.
Todos los días la entreveo sentada
Pienso, en cuantas veces recordará lo mismo
Hasta un día ventoso, justo al pasar delante
Una ráfaga de aire, se llevó el vestido de la hamaca.
AMA

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